viernes, 29 de junio de 2018

Mi Beijing querido... cuando yo te vuelva a ver

Abandonar Beijing fue maravilloso, aunque en verdad siempre la llevás en tu cuerpo o al menos en tus pulmones después de haberte fumado toda su contaminación. Armé la bici con una alforja trasera, una valija chiquita y una alforja delantera que al parecer coloqué mal y se terminó cayendo después de haber hecho 2 cuadras.

Me fui pedaleando hasta el aeropuerto, 30 kilómetros aproximadamente, transité por la autopista, lo que creo que está prohibido, pero en Beijing las leyes viales son relativas, por lo cual hice caso omiso.

Una vez dentro de la terminal me puse a desarmar la bici, lo cual resultó sencillo por tratarse de una plegable, habré tardado unos 15 minutos en dejar todo acomodado. Fui a despachar el equipaje, ya faltaba poco para que salga el avión y estaba apurado, todo por esa manía que tengo de llegar sobre la hora a los aeropuertos. No me hicieron problema alguno por todo el equipaje y ya estaba con todos los bártulos en la bodega, listo para ir a ver el mundial. Sólo tenía en mente dos preocupaciones, donde iba a dormir en Moscú, ya que no había habitaciones disponibles en ningún lado y como iba a llegar a Kazan, la ciudad donde jugará la Argentina, pero iba a pesar como resolverlos una vez que llegue a allá.



El 49 k iba a ser mi asiento, ventanilla al fondo, como siempre. Cuando llegué estaba ocupado por un ruso, le dije que ese era mi asiento y que si por favor podía correrse, me dijo si el no podía quedarse en la ventanilla y le dije que no ya que siempre que viajo necesito ver por la ventana del avión, específicamente tengo que ver el ala, la turbina, para avisar si se llega a prender fuego… que se yo, manías de los aerofóbicos. Después de haber pasado un poco más de 7 horas arriba del avión y habiendo visto la película Truman en la que actúa Ricado Darín (bajón total para un viaje) llegué finalmente a la Unión Soviética, a la tierra roja tan anhelada, estaba en la bella, histórica y revolucionaria Moscú.

Lo primero que hice fue sacarme el famoso fan ID, ni una pregunta me hicieron en migraciones y ya estaba oficialmente en Rusia. Retiré todo el equipaje y me fui con un carrito a recorrer todas las terminales para encontrar la oficina en donde podías ir a recolectar las entradas, sin indicación alguna en el aeropuerto y preguntando de persona en persona lo terminé encontrando una hora después.


El aeropuerto estaba repleto de compatriotas y fue muy loco volver a escuchar el acento argentino, al menos emitido por personas que no conocía y eso me hizo sentir un poco en Buenos Aires, aunque estando en Moscú. Era raro dejar de tener apariencia de waiguoren (extranjero), podía llegar a pasar como local, cosa que jamás podría pasarme en China. Dos veces me hablaron directamente en ruso y luego pasaron al inglés cuando vieron mi cara de desentendimiento, a diferencia de lo que pasa en China que me hablan en “inglés” y los fuerzo para pasarlos al chino.



Había que empezar a resolver los dos problemas, tenía que encontrar pasaje a Kazán, todos los argentinos del aeropuerto estábamos en la misma, los mensajes que recibía en el whatsapp me decían también que era imposible conseguirlo, no había pasajes en los trenes gratuitos que puso la FIFA, tampoco en los pagos, tampoco micros y algunos en avión por más de 500 dólares. Estaba la opción de alquilar un auto, aprovechando los últimos 5 días que faltan para que me venza el registro, pero aparentemente si bien te lo alquilan, legalmente necesitamos una licencia rusa y eso podría ser un gran problema en el caso de que haya un accidente. A su vez tenía, que encontrar donde parar en Moscú, la calle no iba a ser algo ajeno en mí, pero por suerte Alejandro, un amigo del bicho, me contactó con la Moishe House de Moscú (Una organización internacional de jóvenes judíos) y me terminaron alojando ahí. Me animé a preguntarles si podían buscarme un pasaje a Kazán, quizás sabiendo ruso podían acceder a otras páginas y así poder encontrar algo. Dicho y hecho, a la media hora ya tenía un pasaje por 5000 rublos (unos 80 dólares aprox.)



Me tomé el tren desde el aeropuerto hasta la estación Belorusskaya por 500 rublos (8 dólares), pude subir con la bici sin problema. De ahí tenía que tomarme el subte hasta Prospekt Mira, eran tan sólo dos estaciones, en el caso de que no me dejaran subir con la bici me las hacía pedaleando, pero por suerte no dijeron nada, pasé tranquilo por 55 rublos (1 dólar), pero con la dificultad de que no había ascensor, por lo que tuve que tratar de hacer lo posible para acomodarla en la escalera mecánica, escalera eterna hasta el subte, ya que las estaciones de Moscú están preparadas como refugio 
antibombas y es por eso que se encuentran bastante alejadas de la superficie.

Fue difícil encontrar la casa donde iba a quedarme, pero finalmente lo logré, me recibieron con una cena y me prepararon un sofá cama en el living, no puedo quejarme. Continuará…


Podrán ver el video en mi canal de YouTube: 
https://youtu.be/tXKrGgQPyXw