Estación de Trenes de Minsk |
A las 19.35 partía el tren de la plataforma número uno con
destino a Vilna, tenía un rato para esperarlo y aproveché para merendar algo.
Estaba preocupado, no sólo por el tema de mi legalidad, sino también por saber
si dejarían subirme con la bici al vagón del tren. No había personas controlando
los pasajes, así que en ese sentido nadie iba a decirme algo. Apenas llegó la
formación subí y dejé la bicicleta acomodada en la zona asignada para las
sillas de ruedas, me quedé esperando allí hasta que arrancó el tren y poder corroborar
que nadie precisaba de ese espacio.
La bici cargada |
Me fui a sentar en mi asiento y a los pocos minutos pasaron
los guardas controlando los pasajes, en lituano me preguntaron algo que no comprendí,
un hombre me lo tradujo: “he want to know if the bike is yours”. El guarda siguió
hablando en lituano y el hombre que oficiaba de traductor me hizo saber que no
podía viajar con bicicleta arriba del tren. Le pedí perdón y le dije que no sabía nada al
respecto, de hecho no estaba escrito en ningún lado que no podía viajar con la
bicicleta. Mucho no le importaron mis argumentos al guarda, que siguió su
camino pidiendo pasajes y refunfuñando en lituano.
En el campo de Bielorrusia |
Frontera Bielorrusa - Lituana |
Ya habían pasado dos horas de viaje y veía en el mapa que
habíamos llegado a la frontera entre Bielorrusia y Lituania, no estaba para nada
tranquilo. Parecía una película de la segunda guerra mundial, el tren se detuvo
y los soldados subieron a la formación. Uno comenzó a revisar las pertenencias,
me revisó la mochila y comenzó a preguntar de quien era esa bicicleta, yo no
había entendido lo que dijo, pero me di cuenta de que se refería a mi bici, ya que después de hacer la pregunta en voz alta todo el vagón me señaló. Tras
haberle dicho que mía, ni se esforzó en revisar las alforjas que llevaba en el
porta equipaje. Luego pasaron los oficiales bielorrusos a controlar los
pasaportes. Tomaban la documentación, una por una y la revisaban
minuciosamente, página por página utilizando una pequeña lupa y luego cargaban
los datos en una computadora portátil. Llegó mi turno, parecía una broma del
destino, fui el último. La oficial agarró mi pasaporte y tras haber comprobado
que no tenía sello de entrada a Bielorrusia, agarró la radio portátil, dijo algo
que obviamente no entendí y al minuto aparecieron tres militares. Uno de ellos me
preguntó el inglés por qué no tenía mi
sello de entrada a Bielorrusia, le expliqué toda la situación de que crucé la
frontera en tren y que nadie me lo había sellado, le di el FAN ID del mundial para
justificarle mi “legalidad” y entonces me pidió la tarjeta de entrada a Rusia,
además del sello que te ponen cuando entrás al país, supuestamente te dan una
tarjeta que tenés que presentar a la salida. Pero a mí no me la habían dado, insistían
en que la había perdido y les dije que no, estaba seguro de que no me la
dieron. Hablaban entre ellos, el tiempo no se pasaba más. El oficial, que
aparentemente tenía mayor rango me preguntó cuántos días había estado en Minsk,
a pesar de que había estado tres días, le dije que tan sólo uno, como para
evitar mayores conflictos. “One day is not a problem”, me respondió. Tomó el
pasaporte y le puso el sello. Ya podía salir de Bielorrusia y mi alma podía
volver a entrar al cuerpo.
Estación de trenes de Vilna |
De la frontera a Vilna tardamos apenas 20 minutos, bajé del
tren y se me acercó el guarda para decirme “no bikes in trains to Vilna”, no
voy a relatarles lo que le respondí en español a pesar de que no pudiese entenderme….
Em la estación de Vilna tuve que hacer migraciones para ingresar a la Comunidad
Europea, es un trámite sencillo en el cual no me preguntaron absolutamente
nada, pero en una sala donde sólo había 3 oficinas atendiendo a todos los
pasajeros de una formación llena. Por lo tanto tardé lo mismo en salir de la
estación de trenes que en llegar de Minsk a Vilna.
También podés ver el video de la aventura en mi canal de Youtube, podés ingresar a través del siguiente link:
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