miércoles, 31 de octubre de 2018

Vilna, mi hogar temporal

Estación de Trenes de Vilna

Agarré la bici y me fui de la estación de trenes a un hostel que había encontrado por internet. Mientras pedaleaba, me sentía inmerso en un cuento que me transportaba en el tiempo. Era domingo por la noche y toda la ciudad dormía, acostumbrado a moverme en China ni me percaté de que existía algo llamado semáforo y tras haberlo pasado en rojo, una persona que iba en un auto me dijo algo en Lituano, le dije que me por favor me hable en inglés porque no le entendía nada y enojado me exclamó: “you crossed with the red light”. Y sí, soy un argentino viviendo en China, los semáforos están pintados. Seguí pedaleando sin darle importancia.


Llegué al hostel sin reserva y me dijeron que sólo tenían lugar para esa noche, por lo que al otro día debía marcharme. Me fui a dormir y al día siguiente cuando me levanté encontré uno por internet que costaba 5 euros, de hecho así se llamaba “5 euros hostel”. Estaba al lado de la estación de trenes, fue una  picardía que no lo haya contratado la noche anterior, así me hubiese evitado el trayecto en bici con todos los bártulos. Cuando llegué a la puerta del nuevo hostel, el porta equipaje de la bicicleta se me partió y se me cayeron todos los bolsos, por suerte sucedió en el último destino de mi pedaleada. (Nota mental para el próximo viaje: No comprar shmates*, ni sobrecargarlos). Até la bici a un poste, agarré el equipaje que se había caído y subí al hostel, que estaba en un quinto piso por escalera. La dueña me recibió y cuando le dije que vine en bici, me sugirió que no la deje atada ahí afuera porque me la podían llegar a robar (la verdad que me dejó muy tranquilo….). Hice el check in y me alojé en una habitación compartida con 8 personas, dejé las cosas por ahí y los objetos de valor en un armario. Bajé a buscar la bici y la dejé atada en la baranda de la escalera.


Foto con el prof. Abraham Lichtenbaum
Estaba llegando el mediodía y me escribió Abraham Lichtenbaum, director de la IWO Buenos Aires y profesor del seminario de idish en Vilna, para encontrarnos esa tarde. Fuimos a conocer Máxima, no, no era la reina de Holanda, sino un tremendo supermercado proveniente del mismo país. Es relativamente barato y tiene la particularidad de estar abierto las 24 horas (ya se los mostraré en un video). Abraham tenía el problema de que le habían perdido las valijas, así que tuvo que salir a comprarse de todo. Después de hacer algunas compras, salimos a recorrer la ciudad con él y con el profesor Michael Wex  de Canadá. Por supuesto, hablamos todo en idish.

Vilna resulta ser un híbrido entre las dos Europas, no es el estilo soviético puro de Rusia y Bielorrusia, ni tampoco el estilo occidental tradicional. El ruso continúa vigente en algunos carteles y los monoblocks predominan en las periferias de
la ciudad, el Euro es la moneda oficial y la sociedad de consumo avasalló a los sueños de un mundo mejor tras la caída del muro. El centro de la ciudad es antiguo y hermoso, pasajes estrechos y calles irregulares que nos llevan a perdernos con tan solo caminar unas pocas cuadras. Construcciones medievales, góticas, barrocas y modernas conforman ese desordenado pero hermoso paisaje urbano.  Algunas plazas o baldíos aparecen en el medio de las construcciones, seguramente que fueron instituciones judías destruidas durante la guerra. Por el contrario, las cúpulas de las iglesias abundan y marcan el carácter católico de su sociedad. Los lituanos son amables y cordiales si se trata de los jóvenes, pero bastante agrios y fríos si se trata de los más adultos, quizás sea una cuestión generacional de que no han podido acostumbrarse a recibir extranjeros.

Sopa fría de remolachas
Kebinine (empanadas lituanas)

La comida es deliciosa, la sopa fría de remolacha es un majar adictivo que ayuda a vencer al calor veraniego, la pastelería es exquisita y refinada, las kibinine son la versión original de las empanadas argentinas  y sus quesos son tan variados que resulta imposible degustarlos a todos. Por supuesto, lo que no falta es el vodka, el Stumbras se lleva el primer premio. Lo podrán reconocer por la espiga de trigo que tiene en su interior. ¿El precio? 5 euros, lo mismo que una noche de hostel. Podré dormir en la calle, pero jamás faltará un buen trago de vodka.
Vodka Stumbras

Les dejo a continuación el video que hice sobre Vilna:





*Shmates: Del idish, productos de baja calidad 

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