conocimientos, con el objetivo de transmitírselo a las generaciones venideras. Es por eso, que después de utilizar la primera opción recurrentemente, decidí afrontar la situación de forma madura y con un objetivo transformador, así fue que me anoté en el seminario de verano de idioma idish que desarrolla el Instituto Judío de Vilna, que funciona en la Universidad de dicha ciudad.
urbano deleitante. Al entrar al complejo universitario, la mujer de la puerta me dijo que debía abonar la entrada para hacer la visita, le dije que iba al curso y me dejó pasar (esta situación se repitió durante todos los días de cursada, la mujer nunca se acordaba de mi cara y me volvía pedir la entrada).
Habremos sido un total de cuarenta participantes, que a diferencia de lo que podría haberse esperado, las canas no sobre poblaban las aulas, sino que había una gran variedad etaria, en la que se destacaba la presencia de muchos jóvenes que apenas sobrepasaban los 20 años (podría haber sido mi caso, pero el tiempo ya me pasó por arriba). El cuerpo docente estaba integrado por profesores de todo el mundo: Michael Wex de Canadá, Vera Szabo de Hungría, Anna Vershik de Estonia y Abraham Lichtenbaum representando a la tierra de los gauchos judíos. Además de contar con lituanos, los alumnos también veníamos de todas partes: alemanes, suecos, franceses, suizos, ingleses, israelíes, estadounidenses, argentinos, chino-argentinos y seguramente de algún que otro país que no recuerdo. Entre ellos judíos y no judíos.
Espero volver a participar pronto de una experiencia tan hermosa como esa, los invito a participar de estos cursos el próximo año, el otro, o el otro. Puede asegurarles que ese mes en Vilna fue, una verdadera “amejaie”.
זעיער גוט
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