Mi primer día en Moscú
Me levanté temprano, a eso de las 7 de la mañana, desayuné
tranquilo las sobras de la cena del día anterior y me preparé para salir a
recorrer Moscú. Empecé a caminar sus calles, no pudiendo dejar de contemplar
tanta belleza arquitectónica, pasé por una casa de cambio en donde me hice unos
rublos (1 dólar = 62 rublos) y a las pocas cuadras pude encontrar un shopping,
me metí y encontré un negocio de electrodomésticos para poder comprar las
fichas adaptadoras para los enchufes.
Siempre que se va a un negocio de electrodomésticos,
hay que buscar a los vendedores de las máquinas NesPressos, porque suelen
ofrecerte café gratis para promocionarla. Dicho y hecho no me falló la teoría y
ahí estaba disfrutando de mi capuchino gratuito. Continué con la búsqueda del
adaptador y luego de consultarle a un vendedor, me dijo que le quedaba uno
solo. Lo compré por 100 rublos (dólar y medio) y continué con el objetivo de
llegar a la Plaza Roja.
En el camino me topé con la estatua de Karl Marx, con la que
obviamente me fotografié. Llegué a la Plaza tras haber atravesado los controles
de seguridad, poco rigurosos estando acostumbrado a los Chinos y cuando me
acerqué al Mausoleo de Lenín, me dijeron que estaba cerrado, ya que no abre los
viernes ni los lunes, excusa para quedarme hasta el martes en Moscú.
Aproveché que en la plaza había un grupo con una guía de
habla hispana y medio que me colé. Le noté dos errores, que quizás tengan que
ver con el hecho de que era rusa y se equivocó al traducir sus explicaciones al
español.
Una es que dijo que Stalin fue sacado del mausoleo de Lenín en 1951,
cuando en verdad aún estaba vivo, por lo que averigüé en internet y lo habían
sacado en 1961 (quizás se confudió al decir el número), por otra parte dijo que
la iglesia de San Basilio se llamaba también iglesia del 14 de marzo, por ser
éste el día en que comenzaba a nevar en Moscú, cuando en verdad en esa época
está por comenzar la primavera (quizás se equivocó comenzar por terminar). Quise interrumpirle para consultarle, pero tenía miedo de que se diese cuenta
que estaba colado en el grupo.
Me acerqué caminando al lugar de donde partía, había banda
de argentinos, como buenos representantes de nuestra cultura, terminamos
saliendo una hora más tarde de lo previsto, la salida de Moscú estaba
congestionada, al punto tal de que tardamos cuatro horas en hacer 90
kilómetros. Los asientos un desastre y la comodidad pésima, Era imposible
dormir e íbamos a llegar a muchísimo más tarde de lo que hubiese llegado si iba
en tren. ¿Un acierto o un error? No lo sé, pero ya fue, estaba yendo a ver el
partido de la selección y eso era lo más importante.
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