Un Topo por el Mundo
domingo, 18 de agosto de 2019
martes, 20 de noviembre de 2018
Di idishe Vilne
conocimientos, con el objetivo de transmitírselo a las generaciones venideras. Es por eso, que después de utilizar la primera opción recurrentemente, decidí afrontar la situación de forma madura y con un objetivo transformador, así fue que me anoté en el seminario de verano de idioma idish que desarrolla el Instituto Judío de Vilna, que funciona en la Universidad de dicha ciudad.
urbano deleitante. Al entrar al complejo universitario, la mujer de la puerta me dijo que debía abonar la entrada para hacer la visita, le dije que iba al curso y me dejó pasar (esta situación se repitió durante todos los días de cursada, la mujer nunca se acordaba de mi cara y me volvía pedir la entrada).
Habremos sido un total de cuarenta participantes, que a diferencia de lo que podría haberse esperado, las canas no sobre poblaban las aulas, sino que había una gran variedad etaria, en la que se destacaba la presencia de muchos jóvenes que apenas sobrepasaban los 20 años (podría haber sido mi caso, pero el tiempo ya me pasó por arriba). El cuerpo docente estaba integrado por profesores de todo el mundo: Michael Wex de Canadá, Vera Szabo de Hungría, Anna Vershik de Estonia y Abraham Lichtenbaum representando a la tierra de los gauchos judíos. Además de contar con lituanos, los alumnos también veníamos de todas partes: alemanes, suecos, franceses, suizos, ingleses, israelíes, estadounidenses, argentinos, chino-argentinos y seguramente de algún que otro país que no recuerdo. Entre ellos judíos y no judíos.
Espero volver a participar pronto de una experiencia tan hermosa como esa, los invito a participar de estos cursos el próximo año, el otro, o el otro. Puede asegurarles que ese mes en Vilna fue, una verdadera “amejaie”.miércoles, 31 de octubre de 2018
Vilna, mi hogar temporal
| Estación de Trenes de Vilna |
Agarré la
bici y me fui de la estación de trenes a un hostel que había encontrado por
internet. Mientras pedaleaba, me sentía inmerso en un cuento que me
transportaba en el tiempo. Era domingo por la noche y toda la ciudad dormía,
acostumbrado a moverme en China ni me percaté de que existía algo llamado
semáforo y tras haberlo pasado en rojo, una persona que iba en un auto me dijo
algo en Lituano, le dije que me por favor me hable en inglés porque no le
entendía nada y enojado me exclamó: “you crossed with the red light”. Y sí, soy
un argentino viviendo en China, los semáforos están pintados. Seguí pedaleando
sin darle importancia.
Llegué al
hostel sin reserva y me dijeron que sólo tenían lugar para esa noche, por lo
que al otro día debía marcharme. Me fui a dormir y al día siguiente cuando me
levanté encontré uno por internet que costaba 5 euros, de hecho así se llamaba
“5 euros hostel”. Estaba al lado de la estación de trenes, fue una picardía que no lo haya contratado la noche
anterior, así me hubiese evitado el trayecto en bici con todos los bártulos.
Cuando llegué a la puerta del nuevo hostel, el porta equipaje de la bicicleta
se me partió y se me cayeron todos los bolsos, por suerte sucedió en el último
destino de mi pedaleada. (Nota mental para el próximo viaje: No comprar shmates*,
ni sobrecargarlos). Até la bici a un poste, agarré el equipaje que se había
caído y subí al hostel, que estaba en un quinto piso por escalera. La dueña me
recibió y cuando le dije que vine en bici, me sugirió que no la deje atada ahí
afuera porque me la podían llegar a robar (la verdad que me dejó muy
tranquilo….). Hice el check in y me alojé en una habitación compartida con 8
personas, dejé las cosas por ahí y los objetos de valor en un armario. Bajé a
buscar la bici y la dejé atada en la baranda de la escalera.| Foto con el prof. Abraham Lichtenbaum |
Estaba
llegando el mediodía y me escribió Abraham Lichtenbaum, director de la IWO
Buenos Aires y profesor del seminario de idish en Vilna, para encontrarnos esa
tarde. Fuimos a conocer Máxima, no, no era la reina de Holanda, sino un
tremendo supermercado proveniente del mismo país. Es relativamente barato y tiene
la particularidad de estar abierto las 24 horas (ya se los mostraré en un
video). Abraham tenía el problema de que le habían perdido las valijas, así que
tuvo que salir a comprarse de todo. Después de hacer algunas compras, salimos a
recorrer la ciudad con él y con el profesor Michael Wex de Canadá. Por supuesto, hablamos todo en
idish.
Vilna
resulta ser un híbrido entre las dos Europas, no es el estilo soviético puro de
Rusia y Bielorrusia, ni tampoco el estilo occidental tradicional. El ruso
continúa vigente en algunos carteles y los monoblocks predominan en las
periferias de
la ciudad, el Euro es la moneda oficial y la sociedad de consumo
avasalló a los sueños de un mundo mejor tras la caída del muro. El centro de la
ciudad es antiguo y hermoso, pasajes estrechos y calles irregulares que nos
llevan a perdernos con tan solo caminar unas pocas cuadras. Construcciones medievales,
góticas, barrocas y modernas conforman ese desordenado pero hermoso paisaje
urbano. Algunas plazas o baldíos
aparecen en el medio de las construcciones, seguramente que fueron
instituciones judías destruidas durante la guerra. Por el contrario, las
cúpulas de las iglesias abundan y marcan el carácter católico de su sociedad. Los
lituanos son amables y cordiales si se trata de los jóvenes, pero bastante
agrios y fríos si se trata de los más adultos, quizás sea una cuestión
generacional de que no han podido acostumbrarse a recibir extranjeros.![]() |
| Sopa fría de remolachas |
![]() |
| Kebinine (empanadas lituanas) |
La comida
es deliciosa, la sopa fría de remolacha es un majar adictivo que ayuda a vencer al calor veraniego, la pastelería es exquisita y refinada, las kibinine son la versión original de las empanadas argentinas y sus quesos son tan
variados que resulta imposible degustarlos a todos. Por supuesto, lo que no
falta es el vodka, el Stumbras se lleva el primer premio. Lo podrán reconocer
por la espiga de trigo que tiene en su interior. ¿El precio? 5 euros, lo mismo
que una noche de hostel. Podré dormir en la calle, pero jamás faltará un buen
trago de vodka.
![]() |
| Vodka Stumbras |
Les dejo a continuación el video que hice sobre Vilna:
*Shmates:
Del idish, productos de baja calidad
Ubicación:
Vilna, Lituania
jueves, 4 de octubre de 2018
Al borde de lo legal
| Estación de Trenes de Minsk |
A las 19.35 partía el tren de la plataforma número uno con
destino a Vilna, tenía un rato para esperarlo y aproveché para merendar algo.
Estaba preocupado, no sólo por el tema de mi legalidad, sino también por saber
si dejarían subirme con la bici al vagón del tren. No había personas controlando
los pasajes, así que en ese sentido nadie iba a decirme algo. Apenas llegó la
formación subí y dejé la bicicleta acomodada en la zona asignada para las
sillas de ruedas, me quedé esperando allí hasta que arrancó el tren y poder corroborar
que nadie precisaba de ese espacio.
| La bici cargada |
Me fui a sentar en mi asiento y a los pocos minutos pasaron
los guardas controlando los pasajes, en lituano me preguntaron algo que no comprendí,
un hombre me lo tradujo: “he want to know if the bike is yours”. El guarda siguió
hablando en lituano y el hombre que oficiaba de traductor me hizo saber que no
podía viajar con bicicleta arriba del tren. Le pedí perdón y le dije que no sabía nada al
respecto, de hecho no estaba escrito en ningún lado que no podía viajar con la
bicicleta. Mucho no le importaron mis argumentos al guarda, que siguió su
camino pidiendo pasajes y refunfuñando en lituano.
| En el campo de Bielorrusia |
| Frontera Bielorrusa - Lituana |
Ya habían pasado dos horas de viaje y veía en el mapa que
habíamos llegado a la frontera entre Bielorrusia y Lituania, no estaba para nada
tranquilo. Parecía una película de la segunda guerra mundial, el tren se detuvo
y los soldados subieron a la formación. Uno comenzó a revisar las pertenencias,
me revisó la mochila y comenzó a preguntar de quien era esa bicicleta, yo no
había entendido lo que dijo, pero me di cuenta de que se refería a mi bici, ya que después de hacer la pregunta en voz alta todo el vagón me señaló. Tras
haberle dicho que mía, ni se esforzó en revisar las alforjas que llevaba en el
porta equipaje. Luego pasaron los oficiales bielorrusos a controlar los
pasaportes. Tomaban la documentación, una por una y la revisaban
minuciosamente, página por página utilizando una pequeña lupa y luego cargaban
los datos en una computadora portátil. Llegó mi turno, parecía una broma del
destino, fui el último. La oficial agarró mi pasaporte y tras haber comprobado
que no tenía sello de entrada a Bielorrusia, agarró la radio portátil, dijo algo
que obviamente no entendí y al minuto aparecieron tres militares. Uno de ellos me
preguntó el inglés por qué no tenía mi
sello de entrada a Bielorrusia, le expliqué toda la situación de que crucé la
frontera en tren y que nadie me lo había sellado, le di el FAN ID del mundial para
justificarle mi “legalidad” y entonces me pidió la tarjeta de entrada a Rusia,
además del sello que te ponen cuando entrás al país, supuestamente te dan una
tarjeta que tenés que presentar a la salida. Pero a mí no me la habían dado, insistían
en que la había perdido y les dije que no, estaba seguro de que no me la
dieron. Hablaban entre ellos, el tiempo no se pasaba más. El oficial, que
aparentemente tenía mayor rango me preguntó cuántos días había estado en Minsk,
a pesar de que había estado tres días, le dije que tan sólo uno, como para
evitar mayores conflictos. “One day is not a problem”, me respondió. Tomó el
pasaporte y le puso el sello. Ya podía salir de Bielorrusia y mi alma podía
volver a entrar al cuerpo.
| Estación de trenes de Vilna |
De la frontera a Vilna tardamos apenas 20 minutos, bajé del
tren y se me acercó el guarda para decirme “no bikes in trains to Vilna”, no
voy a relatarles lo que le respondí en español a pesar de que no pudiese entenderme….
Em la estación de Vilna tuve que hacer migraciones para ingresar a la Comunidad
Europea, es un trámite sencillo en el cual no me preguntaron absolutamente
nada, pero en una sala donde sólo había 3 oficinas atendiendo a todos los
pasajeros de una formación llena. Por lo tanto tardé lo mismo en salir de la
estación de trenes que en llegar de Minsk a Vilna.
También podés ver el video de la aventura en mi canal de Youtube, podés ingresar a través del siguiente link:
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lunes, 30 de julio de 2018
Bielorrusia, la blanca Rusia
Me despedí de Smolensk con un beso rápido, sabiendo que
algún día la volvería a ver y desafiando al tiempo luego de haber arribado a la
estación a las 22.31 y un tren que partía a las 22.32. El control de seguridad
en la puerta me creyó que mí bici completamente cargada no contaba con
elementos peligrosos algunos, como armas y me dejaron pasar.
| Vagón comedor |
Me subí al tren y otra vez la cordialidad de las guardas se
hizo notar cuando nuevamente me ayudaron a subir la bici y a acomodar mis cosas
en el vagón. Tenía asignada una cama para poder dormir, pero la distancia no lo
ameritaba, iba a arribar a Minsk (la capital bielorrusa) a las 02.30 y podía
aprovechar ese tiempo para ir a tomar algo en el vagón comedor y poder escribir
un poco.
Elegí el tren como forma de poder evitar lo que me había
sucedido en mi aventura yendo a Liubavichy y poder pasar la frontera de una manera
más cómoda (ver relato https://untopoporelmundo.blogspot.com/2018/07/la-mitica-lyuvabichi.html).
| Estación de Orsha |
Miraba de reojo el Mapa en el teléfono y me di cuenta de que
ya estaba en Bielorrusia, el tren había parado en la estación Orsha, pero nadie
había subido a revisar los pasaportes. Quizás lo hagan en la estación de Minsk,
pensé en ese momento.
Mientras degustaba del sabor de una Coca Cola caliente en el
vagón comedor y redactaba algunas líneas se acercó una mujer rusa que por el
escudo de su uniforme me di cuenta de que trabajaba en el tren. Al ver que no
entendía ruso sacó su teléfono, abrió el traductor y me dijo que era la jefa de
la formación y que contará con ella para lo que precise, que era un placer para
ellos que yo esté viajando en ese tren. Me sorprendió tanta amabilidad y le respondí
con un humilde “spasiva” (gracias). Ella se fue y yo seguí en lo mío.
Ya casi llegando a Minsk me acerque al vagón donde había
dejado mis cosas. La bicicleta estaba cubierta con una manta, la encargada del
vagón me dijo que lo hizo para que no se raye ni se rompa, obviamente esa
actitud terminaba de dejarme sin palabras ante la semejante amabilidad de los
rusos.
| Estadio del Dínamo de Minsk |
Salí de la estación de trenes y la ciudad estaba vacía, con
un cielo en pleno crepúsculo y yo un poco perdido buscando las coordenadas del
hostel que había reservado. En todo el trayecto sólo vi a tres seres humanos,
que estaban charlando en el banco de una plaza. Tenía a toda la capital
bielorrusa disponible para mí. La majestuosa figura del estadio del Dínamo de
Minsk apareció tras doblar una esquina y me quedé perplejo contemplando aquella
obra arquitectónica y pensando que quizás algún partido del mundial debería
haberse jugado en la hermosa capital de Belarús.
Dejé todo (la bicicleta y el equipaje) en el pasillo de ese
edificio antiguo y con una mochila en la que puse la computadora, la cámara y
el pasaporte me fui a recorrer la ciudad. Era imposible encontrar un lugar
donde tomar un café, estaba todo cerrado. También era imposible encontrar wifi
donde poder conectarme, ya que todas los conexiones gratuitas me pedían ingresar
un número de teléfono donde mandar un código de activación y yo tenía una línea
rusa que no contaba con servicio de roaming. Una tremenda estupidez eso del
wifi, ya que si te vas a conectar generalmente es porque no tenés línea de telefónica
de ese país. Resignado me volví al edificio y me tiré a dormir en el pasillo,
tenía una manta con la cual taparme y así le pegué duro y parejo durante unas tres
horitas.
Ya cerca de las 8 de la mañana encontré una cafetería
abierta en la que me comí una tremenda torta de manzana, acompañada de un café.
¿El precio? Dos rublos bielorrusos (Un
dólar). Panza llena y corazón contento
me fui a caminar por la ciudad, en donde su estética estalinista se respira en
cada cuadra. Es importante tener en cuenta de que Belarús es considerada como
el último eslabón de la Unión Soviética, donde el Estado administra a más del
80% de las empresas de una economía basada esencialmente en la agricultura y
muy dependiente de la Federación Rusa. Aparentemente son muy altas las tasas de
inclusión y justicia social, donde las tasas de desempleo y pobreza son muy
bajas, si bien sólo pasé dos días, en lo poco que recorrí de la ciudad no se
ven personas viviendo en la calle ni pidiendo monedas.| Estación Lenín |
| Esquina Lenín y Marx |
El monumento a la victoria es el ícono central de la ciudad, es el que recuerda a la Gran Guerra Patria (La segunda guerra mundial), episodio bélico que se encargó de destruir gran parte de lo que fue una hermosa ciudad y que luego fue reconstruida entonces con sus anchas avenidas y edificios rectangulares típicos de la arquitectura soviética. Debajo del monumento, en el paseo subterráneo se encuentra la sala de la memoria, en la que una corona roja de cristal honra a los héroes bielorrusos cuyos nombres se encuentran escritos en las paredes adyacentes.
| 100° de las fuerzas armas |
| No te tientes |
La propaganda estatal es predominante en la cartelería
urbana, la cual no sólo hace hincapié en las políticas socialistas, sino que
también promueve al deporte y desanima a los malos hábitos, como el consumo de
drogas. Así también coexisten publicidades de empresas que pertenecen al cliché capitalista, como Coca Cola, McDonald
o Mercedez Benz.
| Prosperidad a Belarús |
| Estación Oktubre |
Podés ver mi video visitando Minsk en el siguiente enlace
https://www.youtube.com/watch?v=O7C11Yf9iAs&t=13s
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